...Me he emocionado...

Antes de que que digáis nada (que os veo venir...), éste post es una escena de L change the world (el libro, en la película ésta parte no aparece). No contiene spoilers.

Ésta escena me ha sorprendido, ya que no me imaginaba al mismísimo L haciendo ésto.

Pero claro, hasta los genios sufren.

Es muy largo, pero de verdad que merece la pena leerlo, sobre todo si has visto Death Note.

"Corría con la espalda erguida.

Corría por encima de los límites de sus músculos, su corazón y sus pulmones.

Desde el principio sabía que no iba a atraparles. Nunca podría llegar a ir tan rápido como el coche.

Pese a todo, L seguía corriendo.

Porque así lo habían hecho todos los que habían luchado contra la injusticia.

Porque así lo habían hecho todos los que se habían enfrentado en nombre de la justicia a la mayor maldad.

El coche se alejó mientras L caía de rodillas, jadeando, y apoyaba ambas manos contra el suelo.

-Light...No poder proteger a la persona que más quieres...¿Es esto a lo que te referías cuando me dijiste que no sabía lo que era la vida real?

Las luces traseras del vehículo se fueron haciendo más y más pequeñas, hasta desaparecer.

-¿Hay tortura peor que ésta?

La sangre que manaba de la herida le corría por el brazo y, mojando el relog roto en recuerdo de Light, goteaba sobre el suelo. Encogido sobre sí mismo, el detective dio un puñetazo contra el asfalto. Y otro...Y otro...

Y no se detuvo, pese a que el puño había empezado a sangrarle.

-Light...Cómo me duele...Mucho...Me duele mucho...el alma...

Aquello era un dolor muy real.

Era un dolor muy real que L Lawliet había tenido que mantener siempre reprimido, es su solitaria posición de mejor detective del mundo.

Sus apodos decían mucho de qué opinión tenía el mundo de él como persona. Le habían llamado "un detective repravado que se alegra cuando puede perseguir a un psicópata asesino", o "una computadora humana que sólo entiende las masacres en términos numéricos", o "un anacoreta degenerado que ya no puede ni llamarse humano".

Nadie más que él mismo sabía que sentía L al oír que le describían así. Nadie más lo sabe. Igual que nadie sabe que L nunca olvidaba nada. Ni los criminales de los infinitos casos que resolvió, ni las víctimas que dejaron a su paso. L no nos olvidó. No podía olvidarlos.

¿Quién podía entender lo que ocurría en su corazón? ¿Quien podía entenderle, cuando su día a día había consistido siempre en asesinos que despreciaban la vida ajena? ¿Quién iba a entender el dolor que le había quedado después de tantas vidas segadas y tantas lágrimas desesperadas de los supervivientes?

Nadie se extrañaría de que fuera encorvado, si pensaba en el peso que llevaba sólo él solo sobre sus espaldas.

Nadie se extrañaría de las ojeras que nunca desaparecían, como si sufriera un eterno insomnio.

Nadie se extrañaría de todo el azúcar que necesitaba para tapar aquella profunda amargura.

Aquella joroba que le caracterizaba, aquellas ojeras eternas, aquellos gustos extravagantes...Había tenido que cargar con todo aquello para que L pudiera sobrevivir.

El detective levantó la mirada hacia el cielo y rugió. Rugió para soltar aquello que había mantenido reprimido durante demasiado tiempo."