La cuerda y la pared. *Flashblack 4*

Recuerdo aquel día porque me lo contaron, si no, sólo sería algo borroso en mi mente, me alegro de que lo hubieran hecho, porque ése recuerdo es ahora mi modelo de conducta.

Ésto sucedió hace ya nueve años, cuando tenía cuatro o cinco años. No me dieron la fecha exacta.

Estaba en Sevilla, visitando a mi hermano mayor, a su mujer y a su hijo, por aquel entonces recién nacido o con un año. No puedo acordarme.

Uno de aquellos días en que estuve allí, me llevaron a un parque de aquellos con bolas. A ésos en los que los niños pequeños celebran sus cumpleaños.

A mi me llamo la atención una cosa en concreto.

Una especie de tobogán gigante, sólo que éste no tenía escaleras donde subir, sino que tenías que coger una cuerda y escalar hasta llegar a la cima, y allí tirarte.

Cogí la cuerda, muy convencida. Fui subiendo poco a poco, pero me resbalé y caí violentamente contra el suelo.

Me volví a levantar y cogí la cuerda de nuevo. Intenté subir de nuevo, pero al llegar a la mitad la cuerda me quemó las manos y me bajé.

Me volví a levantar, decidida a subir otra vez. Como no, tropecé y me caí.

Había muchos más niños probando éso. Pero ellos normalmente tras intentarlo un par de veces abandonaban e iban a revolcarse a la piscina de bolas o a saltar en las camas elásticas.

Pero yo no, yo volví a coger la cuerda y subí sin miedo. Y cómo no, volví a caer.

Pasó hora y media por lo menos. Pero yo seguía subiendo el tobogán...Y cayéndome cuando estaba a punto de llegar a la cima.

Hasta que en un enésimo intento, volví a subir, y...Llegué.

Llegué, me puse en pie y miré todo lo que había a mi alrededor.

Los niños ya no se subían. Todos estaban jugando a pillar con otros, o merendando. Todos se lo pasaban bien.

Pero ninguno de ellos sintió la felicidad y el orgullo de haber llegado allí.

Luego me senté en el suelo blando y bajé hasta el suelo dulcemente.

Llegué corriendo hacia mis padres, bebí un poco de agua, y dije con voz jadeante:

-Bueno, ¿Nos vamos ya?

***

Y ésa es mi conducta de vida, llegar a lo que ansío sin rendirme.